
Comprar un arma es bastante sencillo para los ciudadanos estadounidenses. En su país, pistolas, rifles, escopetas o ametralladoras ligeras pueden ser adquiridas en tiendas especializadas, casas de empeño o hasta en algunos supermercados.
Para adquirir legalmente un arma en Estados Unidos es necesario tener 18 años cumplidos y contar con un permiso que puede tramitarse en un par de semanas. Para esto, los compradores llenan un formulario y los vendedores acreditados hacen una revisión de antecedentes penales para aprobarlo o denegarlo.
A pesar de los riesgos que implica tener un arma y de los constantes casos de tiroteos en escuelas o lugares públicos, es derecho de los ciudadanos estadounidense poseerlas y su propia Constitución los respalda desde hace más de 200 años.
Una reforma hecha a la Constitución de los Estados Unidos en 1791 otorgó a los ciudadanos el derecho de poseer armas para defenderse. Sin embargo, algunos expertos de ese país consideran que se trata de una mala interpretación de la Ley; y otros opinan que es un derecho legítimo, pero situado en el contexto histórico específico de la época en la que se redactó ese cambió, por lo que no aplica del mismo modo hoy que hace 200 años.
La frase que permite la posesión de armas se encuentra en la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que dice textualmente: "Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas".
Cuando se redactó esa frase, no existía todavía una policía o ejército nacional en Estados Unidos, por lo que en muchas comunidades se organizaban milicias locales que protegían a sus pobladores, o sea a sus propias familias.
Además, debido a la falta de servicios de vigilancia y seguridad civil por parte del Estado, era común que las personas tuvieran armas en sus casas para protegerse de bandidos o hasta animales salvajes.
Los años pasaron y la sociedad cambió, pero la redacción de la Segunda Enmienda no se modificó. Debido a que es una Ley de carácter federal, los estados no tienen cómo invalidarla y sí ha habido casos en los que gobiernos locales trataron de restringir el derecho a portar armas, pero todos fracasaron.
Lo más que se ha logrado, y solamente en algunos estados, es aumentar la edad de adquisición de armas a los 21 años y prohibir la venta de artículos de grado militar o de alta potencia de fuego. Más allá de eso, no hay otra cosa que se pueda hacer.
Por décadas, legisladores han propuesto una nueva reforma a la Segunda Enmienda para que sea más acorde al contexto estadounidense del siglo XXI, en donde ya no es necesario que las comunidades formen milicias armadas para protegerse, debido a que ya existen cuerpos de policías altamente capacitados y estructurados para brindar seguridad a los ciudadanos; y también tomando como base estudios que indican que tener un arma en casa aumenta considerablemente el riesgo de salir heridos o hasta muertos.
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